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Acaso hallen algo interesante en él quienes mantienen un compromiso de vida con la justicia y con la belleza.

jueves, 1 de septiembre de 2016

Inminente novedad editorial, a 40 años del fallido intento por escarmentar al movimiento estudiantil secundario

UNA NOCHE Y MILLONES DE LÁPICES
PARA ESCRIBIR MARÍA CLAUDIA
















EL ORGULLO INDESCRIPTIBLE DE HABER SIDO LO QUE SE ELIGIÓ SER

Vivo en una quinta de City Bell (Partido de La Plata, Provincia de Buenos Aires) que mi madre me ayudó a comprar aceptando oportunamente la indemnización por el secuestro y asesinato de mi hermana. Que una luchadora comprometida con la liberación nacional fuese capturada y perdiera la vida a manos de un gobierno de facto formaba parte de los riesgos a correr, pensaba mi madre. Pero que se la torturara y violara durante meses, arrojándola finalmente a una fosa común anónima ya era una canallada digna de indemnización por parte de un Estado democrático. Así pensaba. Hoy sólo salgo de ese sitio para trabajar, hacer mi cine, o imaginar nuevos rumbos junto a los jóvenes. Porque estoy muy enojado con el mundo que nos toca. Para mantener la cordura, así como para testimoniar ante las nuevas generaciones y los Juicios de la Verdad, me he tomado el trabajo de reflexionar profundamente sobre “los años de plomo”, compromiso que no  asumo como víctima sino como victimario de la injusticia.

En la era de las redes sociales, la figura de María Claudia Falcone ha venido siendo objeto tanto de devoción popular como de escarnio reaccionario. Ortega y Gasset elegía hablar de "el hombre y sus circunstancias". Para revisar el periplo existencial de aquella joven de ojos glaucos que juzgó pertinente apostar su suerte a un orden más justo para los humildes, habrá que leer la minuciosa investigación de un empeñoso periodista como Leonardo Marcote, graduado como tal en la Universidad Nacional de las Madres, que con pertinacia detectivesca - y a través de la feliz iniciativa de Editorial Nuestra América -,  se apresta a publicar una reseña biográfica con la que de seguro cumplirá un viejo y caro anhelo, brindándole a las nuevas generaciones una visión mucho más rigurosa de los acontecimientos abordados, y a la familia de la protagonista la oportunidad hasta ahora esquiva de completar un duelo necesario.

Aquí me detendré en el análisis de las circunstancias que llevaron a mi hermana a ser quien es para la mayoría de l@s jóvenes, y a reflexionar brevemente acerca de qué lección deja el legado de la generación a la que perteneció.

"SI A LA HISTORIA LA ESCRIBEN LOS QUE GANAN..."

En aquel mundo bipolar pactado en Yalta, buena parte de la Generación del 70 puso en acto el belicismo expresado por un líder nacional de extracción castrense:  “Por cada uno de los nuestros que caigan, caerán cinco de los suyos”, “Los vamos a colgar con alambre de fardo”, “Al enemigo ni justicia”, “La violencia en manos del pueblo no es violencia sino justicia”, “La violencia de arriba engendra la de abajo” (para muestra basta consultar el apartado “La guerra integral” del documental “Actualización política y doctrinaria para la toma del poder” oportunamente realizado por Pino Solanas y Octavio Getino: https://www.youtube.com/watch?v=K5qj3y9D1EM)

Lamentablemente, aquel pensamiento de época derrapó hacia el breve interregno democrático reconquistado en 1973. ¿Cabía entonces en 1975 apelar a la acción directa contra un gobierno constitucional como el de Isabel - López Rega? La traición al Programa del FREJULI y el asedio paraestatal de la Alianza Anticomunista Argentina nos condicionó a entenderlo así, al punto de pasar a la clandestinidad.

Ante el saqueo y baño de sangre inaugurados en 1976 consideramos erróneamente que semejante embate no tardaría en unificar a la oposición popular. Pero aquella reacción se demoró prudentemente buscando escudriñar al gobierno de facto. La moraleja resultante fue que "cuanto peor… peor".

El momento que atraviesa nuestro país justifica plenamente volver a preguntarse si hubo en la Argentina reciente más de UN terrorismo. La definición que otorga al término la Real Academia Española es:

1. m. Dominación por el terror.
2. m. Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror.
3. m. Actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos.

Aunque no comparto la sacralización sin beneficio de inventario de una rebelión generacional fallida, estoy convencido de lo inapropiado de aplicar aquel calificativo para describir su proceder.

Pero como la memoria también es un capital en disputa, concluiremos que su abordaje quedará sujeto al devenir de la lucha política y los relatos legitimadores que esta vaya generando. Hasta que seamos capaces de construir una visión ecuánime y mayoritariamente consensuada. [

SIGLO XXI:
ANTE NUEVAS FORMAS DE DOMINACIÓN,
NUEVAS ESTRATEGIAS DE LUCHA

Referirme a mi hermana siempre me remite a la idea de que no fue ni mejor ni peor que la Generación 2.0, sino igual a la época que le tocó vivir. Y dicha circunstancia remite a un mundo bien diferente a este. Aquel mundo resultante de la segunda posguerra mundial, con un occidente bajo la influencia norteamericana y un oriente bajo la soviética, y un sinnúmero de países no alineados de Asia, África, y América Latina en lucha por su emancipación, constituyendo el llamado Tercer Mundo. Por entonces estaba muy lejos de cumplirse el vaticinio del comunicólogo canadiense Marshall Mc Luhan acerca de la “Aldea Global”, fenómeno que gracias a las TICs ha transformado al mundo en un barrio.

La larga marcha del pueblo argentino emprendida por los malones originarios, la montonera federal, la chusma irigoyenista, el movimiento libertario, y los descamisados de Perón y Evita generó hacia mediados de los años 40 una inédita experiencia de organización y fortalecimiento de los sectores populares que - con sus aciertos y limitaciones - desafió a los dueños del poder, quienes hicieron sentir su escarmiento hacia 1955. Los casi 18 años posteriores de resistencia por todos los medios  hacia 1973 consiguieron arrancar un breve lapso democrático, abortado en 1976 a causa de la radicalización de la lucha sindical y la creciente demanda de participación en el reparto del PBI por parte de la clase trabajadora. Como si nuestro pueblo hubiera ahorrado durante casi dos décadas un capital de experiencia dentro de una alcancía que el gobierno de facto vino a destruir descapitalizando nuestro patrimonio de lucha (repliegue del pensamiento estratégico, erosión del sentido de solidaridad, mengua del rigor organizativo) El genocidio atentó pues contra la materialidad y la subjetividad de los argentinos: Hubo que desaparecer a cerca de 30.000 personas para hacer desaparecer luego el plato de comida de la mesa de todos los argentinos. La democracia condicionada que sobrevino en 1983 inauguró un período tácitamente acordado entre la clase política y los genocidas en retirada, status quo sólo cuestionado a fondo durante el Argentinazo de 2001.

A 40 años del intento más feroz por postrar a nuestra Patria poniéndola al servicio de las grandes corporaciones multinacionales, este nuevo mundo multipolar nos enfrenta a inéditos desafíos: Ya no se trata sólo de que una clase social prevalezca sobre la otra, sino de tomar conciencia de que la humanidad toda, esclava del paradigma desarrollista del progreso ilimitado, peligra en su totalidad, como lo diagnostican numerosos científicos que vaticinan que a este tren de explotación de nuestros recursos naturales el planeta no duraría más de dos siglos. La latitud geopolítica que ocupamos remite a uno de los más codiciables reservorios de riqueza alimentaria de un mundo severamente hambreado. Como ocurre en estas horas con la Venezuela bolivariana en pos del petróleo, el poder imperial viene sin piedad por nuestras riquezas. Los grandes movimientos nacionales del Siglo XX han cumplido su ciclo ofreciendo lo mejor de sí, el compromiso perentorio de una nueva alternativa popular consiste en ajustar su diagnóstico de la crisis civilizatoria, estudiar el nuevo perfil del colonialismo (que tanto viene comprometiendo nuestra soberanía alimentaria, sobre todo a partir de la expansiva voracidad china), definir a la nueva oligarquía volcada a los agronegocios y el extractivismo, estudiar al nuevo sujeto social del cambio que - superada la era metalmecánica e imperando la telemática - seguramente ya no será exclusivamente la clase obrera industrial que protagonizara las transformaciones del pasado, y - obviamente -  poner en debate las viejas ideas sobre la toma del poder. En todo caso, lo más alentador quizá sea advertir a diario que a pesar de la lección más terrorífica de la clase dominante, los argentinos no nos hemos transformado en un rebaño de ovejitas, y seguimos dispuestos a RESISTIR Y LUCHAR.-


JORGE FALCONE