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Acaso hallen algo interesante en él quienes mantienen un compromiso de vida con la justicia y con la belleza.

viernes, 1 de abril de 2016

EL "SINCERICIDIO" MACRISTA INCENTIVA EL DEBATE MILITANTE

LA IMPERIOSA NECESIDAD DE GESTAR
UN NUEVO PROYECTO REVOLUCIONARIO












"La ilusión progresista de humanización del sistema, de realización de reformas “sensatas” dentro de los marcos institucionales existentes, puede pasar de la decepción inicial a una reflexión social profunda, crítica de la institucionalidad mafiosa, de la opresión mediática y de los grupos de negocios parasitarios. Ello incluye a la farsa democrática que los legitima. En ese caso la molestia progresista podría convertirse tarde o temprano en huracán revolucionario no porque el progresismo como tal evolucione hacia la radicalidad anti-sistema sino porque emergería una cultura popular superadora, desarrollada en la pelea contra regímenes condenados a degradarse cada vez más".

Jorge Beinstein,
"Ilusiones progresistas devoradas por la crisis".

Desembarazarse del corset demoliberal electoralista

La realidad nacional exhibe palmariamente las limitaciones de la democracia formal.

Los revolucionarios que nos avinimos al orden constitucional resignamos las armas. Los grupos económicos más concentrados - que hablan en nombre de la paz y siempre nos estigmatizan - jamás lo hicieron (Miguel Bru, Julio López, Luciano Arruga: sobran ejemplos para afirmarlo)

Entonces, en términos reales, ¿qué significan las elecciones para los pueblos? Son la manera en que se expresan, mediante el voto, las mayorías sociales; la manifestación de un determinado nivel de conciencia y organización del conjunto del pueblo. En ese marco, el poder opera desde los medios de comunicación que domina, defendiendo sus intereses.

Afrontar una experiencia electoral transformadora demanda construir un partido de masas en la movilización multisectorial.

Sin una herramienta de esa naturaleza es imposible modificar la realidad por vía electoral. Lo que el poder verdaderamente teme es a una organización popular capaz de desafiarlo. Pero para eso se torna imprescindible construir una mayoría social favorable. Tales son los límites que ofrece el camino electoral.

Cualquier proceso de cambio requiere formar a la militancia en la idea de cambiar la realidad y sus instituciones. Sin cumplir con dicho requisito se torna imposible cualquier transformación de fondo. Sin ir más lejos, el pueblo cubano soporta la crisis en curso porque fue capaz de enterrar al viejo Estado. Lula presidió su país sin hacerlo y el sistema después se dio el gusto de meterlo preso. Sencillamente porque sigue administrando la violencia que haga falta para sostenerse. Y esta suele aplicarse en proporción al nivel alcanzado por la lucha popular. Es la respuesta del sistema ante determinado grado de construcción de poder popular, de un nivel de conciencia capaz de convertirse en amenaza.

Por eso el camino electoral debe ubicarse en su justo lugar: Sólo sirve como  forma de acumulación si se atiende en simultáneo a la transformación del nivel de conciencia popular.

El límite consiste en evitar repetir experiencias que el pueblo transitó y que  demostraron su inutilidad. Trabajar en el PJ - por ejemplo - constituye uno de tantos obstáculos, ya que ha demostrado sobradamente el techo con que cuenta. El camino emprendido por el trotskismo tampoco parece apuntar a gestar un amplio polo emancipador.

Muchos nos proponemos construir a partir de estos presupuestos. Integrando a los trabajadores, a la juventud, a la construcción territorial. El debate en curso no está cerrado, sigue aunando compañer@s en diversos puntos del país, y a su vez tratando de dar algunas respuestas de coyuntura dentro de las limitaciones propias del espacio en desarrollo, mientras construimos una organización.

Hacia una política frentista desde el nacionalismo popular revolucionario

Los pueblos no dan saltos al vacío. El peronismo fue la última identidad masiva de carácter emancipatorio que fuimos capaces de gestar l@s argentin@s. Aún pese a los matices propios de su deshilachamiento gradual, constituye una referencia vigente.

No obstante, cabe ser categóricos al admitir que hoy el peronismo no contiene una opción revolucionaria. Alberga el profundo sentimiento de un pueblo con memoria   de la Justicia Social heredada de su propia experiencia, de sus pensadores, de la resistencia. Pero tampoco ofrecen una opción revolucionaria los sectores no peronistas. Más bien, en este momento no hay organización revolucionaria en la Argentina. Este dato constituye nuestro principal dilema.

Tenemos que resolver de qué manera dar respuesta al sentimiento transformador que todavía anida en gran parte del pueblo.

Con el paso del tiempo, el peronismo ha ido perdiendo potencial subversivo transformándose en soporte del sistema, de modo que, quien quiera gobernar - Massa, Scioli, Macri -, debe mimetizarse con dicha identidad.


"El pueblo va construyendo su identidad
a partir de la experiencia que en algún momento le brindó felicidad".

Roberto Cirilo Perdía,
OLP - Simón Bolívar


Es indiscutible que la mayor alegría del último siglo la proporcionaron períodos peronistas. El problema consiste en  construir una alternativa a partir de ese dato. Tal opción va a tomar la denominación del sector capaz de encabezar exitosamente la lucha. Desde siempre, quien va ganando aporta identidad a  quienes se encolumnan detrás. A esa identidad, el pueblo la asume en tanto y en cuanto dé respuesta a sus necesidades, pensamientos y sentimientos.

Cabe pues ir gestando una que nos vaya nucleando sin cerrarse, que  permita seguir juntando fuerzas, respetando todas las experiencias que vayan confluyendo. Mientras eso crece, se hace menester dar respuesta a los problemas cotidianos (despidos, precios, dengue)

Ganando cierta perspectiva, puede convenirse que lo que ocurre en Siria y Ucrania representa el punto más alto de la guerra en desarrollo. Los yanquis compensan el riesgo que ello significa recostándose sobre su patio trasero, o sea, nosotros. Asesinatos como el de la compañera Berta Cáceres en Honduras forman parte de una política sistémica en desarrollo. Ya no se trata de la Doctrina de Seguridad Nacional. Nos  persiguen y asesinan con la ley en la mano. A medida que la lucha social crezca, crecerá la represión.

El imperialismo está en crisis, pero si no lo empujamos desde una convergencia entre PUEBLO Y PATRIA, no caerá.-


JORGE FALCONE
(sobre transcripción de intercambio colectivo efectuada por Juan Martin Griffo,
integrante de la Agrupación "Carlón Pereira Rossi" de La Plata)