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Acaso hallen algo interesante en él quienes mantienen un compromiso de vida con la justicia y con la belleza.

viernes, 1 de mayo de 2015

ADELANTO DE “DECLARACIÓN JURADA”, MEDITACIONES EN PROSA POÉTICA

NADIE DESEA MORIR 
IGNORANDO QUIÉN ES

                            

                                           











EL AUTOR ANTE LA COMUNA DE CORLETO PERTICARA (POTENZA, ITALIA), 
DE DONDE EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX PARTIÓ VINCENZO FALCONE, 
CAMPESINO, PARA REGAR CON EL SUDOR DE SU FRENTE LAS TIERRAS DEL PLATA


“Todo empieza y termina en la identidad.
Lo peor que puede existir es que uno no sepa quién es.
¿Qué es lo que constituye la identidad,
es la sangre o la educación que uno recibió?
¿Qué es la identidad: el ADN o la crianza?

Germán Maggiori,
escritor argentino.


PREFACIO - ADVERTENCIA

Mi madre acostumbraba guardar recortes variopintos y acumular manuscritos en un viejo álbum de figuritas Nestlé editado un año antes de mi venida al mundo. Así, aquella ecléctica publicación, capaz de incluir entre sus páginas - además del espacio consagrado a adherir los cromos contenidos en los productos de dicha marca - curiosos artículos del tipo de “Cómo se abren las hojas”, firmado en Paris por un tal Dr. E. Delaquis; “Luces vivientes”, rubricado en Schreiberhau por Wihl. Bôlsche; o “Los faisanes. Apuntes sobre los círculos específicos”, suscripto en Strasbourg por el Dr. G. Dennler, completaba su perfil enciclopédico mediante el atesoramiento de documentos tan diversos como “La empanada en Tucumán, Salta y Jujuy”, o una foto de la dirigente peronista de Lanús Inés López junto a la mujer a quien debo el ser, depositando ofrendas florales sobre el monolito que en una esquina de William Morris (Provincia de Buenos Aires) evoca la caída en combate de los montoneros Fernando Luis Abal Medina y Gustavo Ramus. De tal modo, alguien tan afecto a la gastronomía como víctima de un sobrepeso proporcional a su bonhomía, contribuía sin saberlo a materializar la excesiva promesa de tapa, que anunciaba “Las maravillas del mundo”. He resuelto emular aquel formato  para contener este modesto compendio de lo que Paco Urondo llamaría mis “oficios terrestres”.

A quienes se animen a adentrarse en esta suerte de balance existencial de un semejante que trasciende con holgura el medio siglo de vida, vale la pena adelantarles que su autor se compromete a no aburrir con anécdotas de consorcio como las que a menudo abundan en este tipo de textos.

No se hallará aquí un mero “confieso que he vivido”, sino más bien el intento de perpetrar dos  operaciones destinadas a dotar de cierto atractivo la lectura en cuestión. La primera,  ensayar cierta universalización de la experiencia inmediata; la segunda, discurrir sobre los estímulos y emboscadas que depara sortear esta trampa fugaz (pero a menudo conmovedora) que es la vida.

Tan sólo me excusaré si es que se torna imprescindible generar algún anclaje que demande mencionar un nombre propio o una fecha, toda vez que no se expresa a continuación un arquetipo de lo humano, sino un ex niño originalmente domiciliado a la vuelta de la Plaza Rocha platense, que alguna vez debió abandonar su primigenio hogar para salvar el pellejo y más luego no halló forma de volver a ese punto de partida, debiendo recalar definitivamente en un solar bucólico y menos feroz que el que dejara atrás. No más líneas demanda la biografía de quien suscribe este relato, puesto a continuación ante el apasionante desafío de pensar su modesta odisea desde la más fascinante perspectiva posible: La aventura de predisponerse a una sorpresa constante.-

EL AUTOR


ÍNDICE DE TEMAS ABORDADOS:

SER HIJO

SER AMIGO

TENER UN IDEAL

ENAMORARSE

SER PADRE

SER HUMANO

EL ARTE / DIBUJAR

EL ARTE / ESCRIBIR

EL ARTE / FILMAR

ENSEÑAR

LOS PADRES

LOS HIJOS

LA FELICIDAD

LA VEJEZ

LA MUERTE


ADELANTO DEL PRIMER APARTADO: SER HIJO

El día en que vine al mundo los paracaidistas franceses atacaban al Vietminh,  desocupados protestaban en las calles de Trieste, era inminente una nueva reunión de la Federación Mundial de la Alimentación, Milton Eisenhower veía con fe y optimismo el futuro de América Latina, Fangio encabezaba la clasificación general en la Carrera Panamericana... y la cigüeña concedía a mis padres el deseo de recibir un varón.

Mi cuna de madera color crema compartió dormitorio con ellos más tiempo que el conveniente. Haciendo causa común con Edipo de Tebas, por ende, temí que los gemidos nocturnos de mi madre indicaran un daño inminente, y no hallé más sospechoso que su marido.

Hoy creo que el saludo matinal al que me acostumbró aquella mujer - "Buenos días, luz de Dios" - inauguró mi colección de antídotos contra la adversidad, toda vez que la identidad familiar constituye el primer estadio de lo que luego será la identidad nacional; y, como ya es sabido, quien ha sido bienamado desde temprano acomete el camino de la vida con una poderosa adarga al brazo.

Un lugar común a varias generaciones de padres ha sido intentar imponer a los hijos un legado que suponen imprescindible para triunfar en la vida, o al menos para disminuir el margen de sus desatinos. Tiene su lógica. Ni los antiguos griegos, que se dedicaron a pensarlo todo, lograron conjurar la angustia existencial que implica transcurrir sabiéndose finito. Ser humano, por ende, casi siempre supone anhelar alguna suerte de trascendencia.

Lo paradojal es cuando se nos “modela” en un sentido cuyas consecuencias no terminan siendo las buscadas. A mí se me esperó intrépido mientras se me estimulaba para  reflexivo. En todo caso, no logré cultivar ambas habilidades.

En efecto, ¿qué podía resultar de un niño al que antes de cumplir cinco años se mandaba a dormir leyéndole novelas de fantaciencia decimonónica? ¿No era previsible que de grande emulara a Verne o a Meliés en vez de a Bonavena o Maradona? Sin embargo la aceptación llegó tarde. Cuando nuestra familia nuclear se disgregó como el espiral de fragmentación de una granada.

Pero, recapitulando, si algo debo agradecerle a mi padre es haber estimulado esta capacidad de fabulación que hoy me otorga prácticamente el monopolio del relato en los núcleos que cultivo: Aquellas primigenias narraciones fueron pues mi ventana al mundo. Pero no siempre al que compartimos, preferentemente a utopías y ucronías algo más benévolas. En esta circunstancia detecto la primer coordenada de mi felicidad.

Como contraparte me fueron exigidas hasta la saturación - generalmente no con los mejores modales - capacidades de las que aún carezco, tales como boxear, meter un gol, o conquistar otra placa de galeno. Supongo que se trataba de los requisitos para que fundamentalmente mi padre se sintiese orgulloso de mí. Si alguna vez llegó a experimentar dicho sentimiento seguramente fue motivado por alguna causa más próxima a la ética que a la destreza.

Sospecho que - atento a los valores predominantes de su generación - a él lo desvelaba que yo respondiera a un patrón de conducta “masculino”. Tal vez por ello infería que me generaría admiración conocer que era capaz de engañar a mi madre con alguna paciente. Al fin y al cabo, ¿qué varoncito no desea espejarse en un padre con capacidad de seducción? Más alejado de cualquier rédito positivo estaba que celara injustificadamente a su esposa o que la castigara con severidad, siendo frecuentemente interpelado por la criatura que fui. Si bien suele decirse que “la violencia física es impotencia de la palabra”, no he logrado apiadarme del viejo. Por el contrario, con los años he comprendido y valorado el silencio enamorado de mi madre.

Supongo que a causa de ciertos apremios económicos, a diferencia de los que proliferan en este Siglo XXI, crecí en un hogar habitado por tres generaciones. Tal circunstancia, me interiorizó sobre saberes populares remotos a través de la carismática e influyente presencia de mi abuelo paterno.

A la edad de siete años abandoné la condición de hijo único (que habría de restituirme violentamente la dictadura oligárquico-militar genocida instaurada en 1976) Aquello que alguna vez fuera una mala nueva culminó transformándose en una de las relaciones de máximo entendimiento que me ofreció la vida. Pero me he comprometido a que esto no sea una autobiografía, de modo que intentaré retomar la perspectiva universal y crítica.


JORGE FALCONE



ATENCIÓN: Quien desee recibir el texto completo sólo deberá remitir su correo electrónico a este blog (apelando al espacio reservado para comentarios, al pie de esta nota) y le será enviado a fines del año en curso.-

2 comentarios:

  1. Estimado, estamos desarrollando un taller literario a nivel comunitario,
    basado en la escritura de vivencias personales:
    Mucho agradecería nos tenga en cuenta a la hora de circular sus textos.
    Quedamos pues a la espera de novedades.-

    Prof. Candela Parisi

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    Respuestas
    1. Con gusto: Sírvanse entonces remitirme alguna dirección de correo, y ni bien lo tenga listo lo pondremos a vuestra disposición.-

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