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Acaso hallen algo interesante en él quienes mantienen un compromiso de vida con la justicia y con la belleza.

domingo, 1 de marzo de 2015

Flaco desempeño gubernamental de una generación que en los 70 se atrevió a soñar en grande

SALIR POR LA PUERTA CHICA



















Con retórica altisonante y un voluntarismo a prueba de balas,  parece culminar una gestión de gobierno que desplegó la mejor carta de intención de la democracia de baja intensidad que transitamos desde 1983, si consideramos su prédica en pos  de la inclusión social (que, sin haber alterado el modelo productivo agroexportador, sojero y extractivista vigente, nunca será sinónimo de Justicia Social) En tales circunstancias, resulta oportuno revisar porqué una vasta franja de militancia juvenil noble y bienintencionada transitó estos años motivada exclusivamente por consignas épicas sin correlato en materia de transformaciones estructurales del esquema de poder que rige la vida de los argentinos y, cautivada por dicho espejismo, no atinó a cuestionar tamaño simulacro.

A la hora de releer un mundo que transita del Consenso de Washington al de Beijing - fenómeno que muchos analistas eluden considerar como reciclaje del colonialismo -, mal puede ignorarse el auspicioso arbitraje global que viene ejerciendo el “Pontífice del Fin del Mundo”; pero, aún así, parecería inconsistente vaticinar el prolegómeno de una oleada antisistémica capaz de promover la solidaridad universal.

¿Qué cabría plantearse pues desde esta latitud planetaria, ya lejos de la Generación del Moncada, del Caracazo, y del alzamiento zapatista en Chiapas? ¿Cuánto de continuidad con aquellas gestas o de eco sin asidero encierra la consigna repetidamente coreada en el Patio de las Palmeras de la Casa Rosada por una flamante generación política que vocifera ante la Primer Mandataria “acá tenés los pibes para la liberación”? ¿Existe hoy un funcionariato capaz de registrar cabalmente el potencial de semejante oferta y jugarse el pellejo por ella dando la espalda al consumo discrecional de drogas, oferta sexual, y gastos reservados?

A primera vista parecería ser que no abundan ejemplos de conducta semejantes al del Comandante Americano. Aunque este no dejó demasiadas gestas victoriosas detrás - si obviamos la co protagonizada con Fidel y los hombres del Granma -, ante la configuración en Nuestra América de una clase política que, aún exaltando su figura, se ha vuelto funcional al modelo global de acumulación por desposesión, no sería ético pasar por alto aquella condición de “oveja negra” en la Cuba pro soviética (basta con recordar el prolongado escamoteo de sus heterodoxos escritos económicos), ni el ejemplo invalorable de haber puesto el cuerpo a sus ideas, por más discutibles que fueran.

Desde un enclave como la capital bonaerense, por ejemplo, sería injusto desmerecer el generoso esfuerzo puesto de manifiesto por el activismo oficialista cuando la mayor inundación de que tengamos memoria dejó a la ciudad de las diagonales bajo las aguas; lo que es tan cierto como que el centro de fomento del barrio periférico habitado por quien escribe estas líneas permanece blindado contra la participación popular por parte de la hija de quien “lo donó a la comunidad” y el pésimamente reputado vigilante de la esquina… muy a pesar de existir locales de militancia oficialista en las inmediaciones. Va de suyo que tal encallecimiento de la vida social, más que imputable al gobierno de turno lo es a la continuidad de una cultura del escarmiento que ha esmerilado profundamente nuestros sueños y fomentado burocracias venales, actualmente enquistadas desde en el Banco Mundial hasta en jurisdicción del puntero barrial. Pero, ¿si apostáramos por un verdadero cambio social, no correspondería cuestionarse qué estructuras estaríamos dispuestos a remover y proponernos hacerlo a partir de nuestro entorno más inmediato? ¿Qué ejemplo deja a sus bisoños adherentes una dirigencia embanderada con los derechos humanos y la promoción social, que  cumple doce años de gestión regodeándose con el eco de sus propias arengas?

A decir verdad, deberíamos aceptar que el exterminio de una generación de argentin@s y consecuente desmantelamiento de la conciencia crítica continúa operando sobre la sociedad con el efecto retardante de la radioactividad al cabo de la Bomba Atómica. Así, mayoritariamente cooptada por afanes cortoplacistas la franja de sobrevivientes, resulta sumamente complejo para los jóvenes con ansias de transformar la realidad desmontar un espejismo fomentado en términos excluyentemente binarios. Pruebas al canto: Si por ventura revisáramos quiénes ensayaron un 18F gestado sobre el efecto residual del Caso Nisman (esa víctima   servil a los intereses del poder y finalmente abandonada por sus antiguos mentores), advertiremos que no será menuda tarea la de evitar la tentación de comparar la disyuntiva planteada por el gobierno con la que en un contexto bien diferente plasmó la consigna Braden o Perón. Obviando adhesiones tan previsibles como la de una oposición partidaria carroñera y carente de programas, y hasta pasando por alto la de la viuda del dictador Videla, o la de un esperpento oportunista como la Sra. Pando (cuya reivindicación de la apropiación de bebés por el último gobierno de facto seguramente abochornará a más de un militar bien nacido), detectaremos entidades y nombres propios altamente familiares para quien se haya venido interiorizando en la historia de este vapuleado país desde las guerras de independencia a esta parte. Repasando unos pocos casos emblemáticos, fueron de la partida conspicuos veteranos de la lucha contra la Resolución 125 (Sociedad Rural Argentina, Confederaciones Rurales Argentinas), beneficiarios gubernamentales de otrora (Cámara de Empresarios Mineros, Asociación Argentina de Productores de Siembra Directa, Gustavo “ la soja ya no es rentable” Grobocopatel), la Fundación Mediterránea (que nos legó a Domingo Cavallo), defensores acérrimos del capitalismo salvaje (Guillermo Alchourrón, Juan José Llach, José Luis Machinea, Ricardo Mazzorín, Carlos Melconian), la consuetudinaria cohorte de “izquierdistas” republicanos (Carlos Gabetta, Santiago Kovadloff, Beatriz Sarlo, Juan José Sebrelli), y - como frutilla para el postre - los “desconocidos de siempre” (Cámara de Comercio de Estados Unidos en Argentina) ¡Menudo embrollo para los pibes no alinearse así con  el discurso nac & pop de La Cámpora, 678, y Carta Abierta! Aunque mientras los exponentes del polo “menos malo” deslizan veladamente en sus expresiones públicas que sigue pendiente ocuparse de los promotores del glifosato (ver Carta Abierta 18, “El texto y la sangre”), desde su microcosmos de privilegios circunstanciales erigido bajo la espada de Damócles que recomienda “no hacer el juego a la derecha”, sigan haciendo la vista gorda ante las decisiones estratégicas más comprometedoras de nuestro futuro - como la Ley Antiterrorista o el nuevo Pacto Roca-Runciman (*) celebrado en forma exprés con el “Imperio del Sol Naciente” - tomadas por una gestión que ha dado sobrado ejemplo de no pretender otra cosa que el amedrentamiento verbal de los poderosos.

En tal escenario, ¿qué propuesta tendrá envergadura suficiente como para integrar al inmenso contingente de futuros defraudados por el “Proyecto Nacional”, cuando Cristina abandone el País de las Maravillas más preocupada por conservar su libertad que por conducir a las masas?

El torrente subterráneo brotado en 2001 sigue buscando un cauce.-

(*): Acuerdo celebrado el 1° de mayo de 1933 por el gobierno nacional y el de Inglaterra, mediante el cual dicho país se comprometía a seguir comprando carnes argentinas siempre y cuando su precio fuera menor al de los demás proveedores. En cambio, la Argentina aceptó concesiones lindantes con la deshonra: liberó los impuestos que pesaban sobre los productos británicos y se comprometió a no permitir la instalación de frigoríficos argentinos. Se creó el Banco Central de la República Argentina con funciones tan importantes como la emisión monetaria y la regulación de la tasa de interés, en cuyo directorio había una importante presencia de funcionarios del Reino Unido. Finalmente se le otorgó el monopolio de los transportes de la capital a una corporación inglesa.


JORGE FALCONE

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