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Acaso hallen algo interesante en él quienes mantienen un compromiso de vida con la justicia y con la belleza.

lunes, 1 de diciembre de 2014

ANTE LOS INDICIOS DE UN CAMBIO DE ÉPOCA

1973-2003: ¿VOLVIMOS?


“Este último capitalismo puede asumir muchas formas y puede llegar a estar presente tanto en Rusia como en China, en India o Sudáfrica, o sea, en los llamados Brics. El fin de la Guerra Fría histórica no fue sólo el fin del socialismo en su versión histórica; fue también el fin de la socialdemocracia europea, la única existente en ese momento, porque a partir de entonces el capitalismo ya no se sintió obligado a sacrificar su lucro inmediato para garantizar la paz social, siempre amenazada por la existencia de una alternativa potencialmente más justa. Entonces se declaró, solemnemente, el fin de la historia y la ausencia de alternativas al capitalismo neoliberal. Así fue cómo la Guerra Fría desarmó a la socialdemocracia europea. Pero, paradójicamente, hizo posible la emergencia de la socialdemocracia latinoamericana”.

Boaventura de Sousa Santos,
Doctor en Sociología del Derecho, universidades de Coimbra (Portugal) y de Winsconsin (EE.UU.)

“Oh, circunstancias,  ¿cuándo dejaréis de ser la excusa de los cobardes?”.

Bernardo de Monteagudo,
abogado, político, periodista, militar y revolucionario argentino.


Sobre el enfoque y las pretensiones de esta nota

Los lectores de este blog ya lo saben: Su administrador no es kirchnerista. No cacarea contra la "corpo mediática" pero dejó de pagar sin previo aviso a CableVisión y sólo ve Televisión Digital Abierta. No alardea con los 70s ni cobró ninguna indemnización como "exilado", cuando - en honor a la verdad - salió del país para entrenarse y volver a combatir a la dictadura en mejores condiciones. No se llena la boca con los "fondos buitres" ni compra dólares en ninguna cueva. En fin, no le parecen una panacea los "precios cuidados" ni enriquece a ningún Wal-Mart...

Opina humildemente desde el minúsculo status ético que brinda su empeño en producir autogestivamente bienes culturales destinados a impulsar debates estratégicos actualmente ausentes en la mayoría de las agendas militantes.

Y lo hace desde la profunda preocupación que genera este escenario regional donde gobiernos pretendidamente progresistas arriesgan su turno electoral con adversarios aún menos dispuestos a cuestionar la hegemonía del capital transnacional en las economías periféricas. Se trata pues de problematizar aquí  la interpretación de las alternativas que ya se otean en el horizonte político argentino. Comencemos revisando con qué presupuestos se arribó al contexto en cuestión.

Del Socialismo Nacional al Capitalismo en Serio

En nuestro país la última ofensiva popular que contó con una estrategia de poder  ("Luche y Vuelve") fue protagonizada por hijos de una modernidad dependiente asomados a la militancia en aquel mundo de valores binarios pactado en Yalta. Acaso uno de sus máximos méritos haya consistido en identificarse con la no alineación a las grandes potencias de entonces ensayando un tercer camino entre la imposible humanización del capitalismo y la sumisión a los mandatos del socialismo real. El fin del ciclo expansivo de la economía y el nuevo orden mundial emergente encontró a aquella experiencia atrapada en su propia sinergia con una visión teñida por los paradigmas que iban caducando. En efecto, el esquema  desarrollo - subdesarrollo vigente por entonces se asimilaba a la contradicción modernidad - atraso. La traumática readecuación del país al concierto internacional dominante, perpetrada apelando a una inédita ingeniería represiva que puso en acto las más atroces y eficaces metodologías de contrainsurgencia ensayadas en el planeta, no dejó apenas un saldo material de devastación socioeconómica sino también otro menos perceptible, consistente en el vaciamiento de patrimonio experiencial de los sectores populares, acaso equivalente a una lobotomía social. Resulta difícil de entender la escasa voluntad de cambio que exhibe la democracia que transitamos -  económica y culturalmente condicionada por los centros de poder mundial - si no se la considera como consecuencia directa de la causa anteriormente expuesta: El sistema invirtió todo su potencial en clausurar nuestro horizonte de transformaciones radicales.

Se ha gastado bastante tinta en analizar cómo la crisis del neoliberalismo (1996/2002) encontró al campo popular recomponiendo fuerzas pero sin haber alcanzado a generar una nueva estrategia de poder capaz de ocupar el vacío institucional de aquellos ajetreados días ("Que se vayan todos") La secuela de desconfianza en la partidocracia tradicional no tardó en viralizar nuevos movimientos sociales a lo largo y ancho del país. Respondiendo a modelos sujetos a las respectivas historias y diversidades culturales, el poder se recicló en todo el continente generando alternativas que, sin modificar sustancialmente los presupuestos básicos de la matriz productiva, canalizaron el auge de aquel fenómeno de masas hacia su institucionalización, apelando a opciones de apariencia progresista. Así fue como se tornó posible que, mientras una flamante generación militante celebraba la derrota del ALCA, se extendiera silenciosa y fatalmente el desierto verde de la soja, a la vez que desde oriente una nueva e impensada potencia colonial desplegaba sus intereses en la región amparada en la peligrosa noción remanente de que es ajena al mundo capitalista.

En su reciente ensayo "Maldesarrollo. La Argentina del extractivismo y el despojo", la socióloga Maristela Svampa y el abogado ambientalista Enrique Viale profundizan agudamente este diagnóstico: "... más allá de las diferencias entre los regímenes políticos hoy existentes, el 'consenso' sobre el carácter irresistible de la inflexión extractivista terminaría por funcionar como un umbral u horizonte histórico-comprensivo respecto de la producción de alternativas, suturando de este modo la posibilidad misma de un debate. La aceptación - tácita o explícita - de dicho 'consenso' contribuye a instalar un nuevo escepticismo o ideología de la resignación que refuerza, en el límite, de 'sensatez y razonabilidad' de un capitalismo progresista, imponiendo la idea de que no existirían otras alternativas al actual estilo de desarrollo extractivista. En consecuencia, todo discurso crítico u oposición radical terminaría por instalarse en el campo de la antimodernidad, de la negación del progreso o simplemente de la irracionalidad y el fundamentalismo ecologista".

El ideario productivista de la mayoría de las fuerzas de izquierda, basado en la explotación indefinida de los recursos naturales - claramente expresado por el vicepresidente boliviano Álvaro García Linera cuando habla de “desarrollo con tensiones” - no sólo contribuye a sostener una cartografía política perimida ante el nuevo esquema de poder y saqueo de las corporaciones trasnacionales, sino también a asimilar el sistema con la naturaleza, desviando el potencial rebelde de buena parte de la juventud comprometida de la posibilidad de ensayar alternativas antisistémicas de desaceleración de la economía y genuina búsqueda del "Buen Vivir" de los pueblos. En su artículo, "Paradigmas y semillas", publicado por el diario Página 12, el 8/10/2014, la socióloga Norma Giarracca se explaya sobre el particular con su proverbial claridad:  "Muchos llaman 'modernización' a lo que primó décadas atrás e intentan imponer un sentido común acorde a las necesidades de los grandes actores económicos para mantener estos sentidos: 'modernización', 'progreso', 'desarrollo'. No obstante, 'el pensamiento social del siglo XXI' puso en cuestión tales sentidos e intenta desactivar el feroz proceso de privatización de la vida que están 'adornando' con tales consignas. Los epítetos no han faltado desde el otro lado: 'ambientalistas', 'luditas', 'fundamentalistas' y, paradójicamente, 'atrasados', calificativo que emana de quienes defienden ferozmente el paradigma ya perimido que brilló en el siglo XIX y comienzos del XX".

El interesado divorcio de presupuestos otrora indivisibles (política por izquierda y economía por derecha) perpetrado por la democracia de baja intensidad en curso  dificulta la necesaria diferenciación entre un discurso ideologizado que muere en el mero gesto y la inaceptable vigencia de un modelo sojero y extractivista de acumulación por desposesión. En las Tablas de la Ley del statu quo imperante rige un sobrevalorado mandamiento capaz de encorsetar los más nobles anhelos de cambio: La falacia de que hacer política consiste fundamentalmente en disputar espacios de representación en el Estado.

Así, el ADN de la década supuestamente ganada se compuso de sobrevivientes escarmentados en gestas anteriores (verdaderos jubilados de la utopía) y jóvenes en legítima procura  de un horizonte más justo (previsiblemente adherentes al espejismo de los ideales por los que lucharon sus mayores) Los primeros supieron seducir a los segundos apelando al mito del Estado en disputa, y convocándolos a generar una improbable "metástasis por izquierda en el organismo del sistema", operación que sólo pudo cuajar gracias a una empeñosa demolición de los puentes capaces de vincular este momento histórico con las numerosas experiencias de lucha precedentes protagonizadas por nuestro pueblo. De tal modo, muchos cuadros han transitado del  pensamiento revolucionario de ayer al pensamiento acrítico de estos días:  ¡Qué lejos está la renuncia a Perón de los diputados de la JP Regionales - cuando el General resolvió endurecer la legislación represiva - del gesto "sicristinista" que recientemente garantizara la sanción de la Ley Antiterrorista prescripta por la administración Bush! Se han desaprovechado tres turnos consecutivos al frente del gobierno para avanzar hacia la aprobación de una Asamblea Constituyente capaz de prorrogar el mandato de movimientos que se supone requerirían de más holgados lapsos de tiempo para practicar las transformaciones que proclaman - como ha ocurrido en Ecuador o Bolivia - con la triste consecuencia de que algunas conquistas encomiables hoy dependan del favor del que vienen gozando candidatos que expresan ideas repudiadas en el "Argentinazo" de 2001.

A este respecto, en su ensayo "Política y Miseria. La relación entre el modelo extractivo, los planes sociales y los gobiernos progresistas", el investigador uruguayo Raúl Zibechi sostiene que  "...partiendo del grado actual de conciencia y organización no podemos eludir la relación Estado - movimientos, pero estos no pueden relacionarse con las instituciones de forma pasiva o instrumental, ni someterse a los intereses del estado y del capital".

La sinapsis entre el posibilismo de una porción considerable de la militancia oficialista y el simulacro que se monta desde el ejecutivo ha venido conduciéndonos riesgosamente hasta la encrucijada actual, signada por el imperio de los agronegocios y el extractivismo depredadores, con fuerte presencia de corporaciones trasnacionales. En su libro "El simulacro. Porqué el kirchnerismo es reaccionario", el ensayista Alejandro Katz lo describe así: "En tiempos en que las pertenencias partidarias y las identidades ideológicas son frágiles, y en que las personas actúan cada vez más como consumidores y menos como ciudadanos; en tiempos en los que el abismo entre la riqueza privada y la pobreza de los bienes públicos no deja de aumentar, en los que el voto se decide, mayoritariamente, por la coyuntura de la economía, el simulacro sirve al poder como un almacén de coartadas al que sus votantes acuden para elegir los argumentos que justifican su decisión".

El riesgo cierto de una regresión neoliberal

Penosamente, toda vez que de la lidia electoral no se despega ninguna voz audaz con chances ciertas de transgredir la norma ensayando caminos capaces de dar la espalda a un capitalismo que nunca ha sido más serio que ahora (exhibiendo las consecuencias ya descriptas), la naturaleza del dilema al que parecería condenar a buena parte de la militancia kirchnerista la trampa de esta democracia degradada parece conducir inexorablemente a una alianza con “el mal menor”, para no perderlo todo y plantar una barricada dispuesta a defender lo conquistado, con la grotesca consecuencia de terminar apostando por el candidato al que oportunamente desautorizaron con saña (a todas luces Caballo de Troya del Peronismo Federal agazapado en las sombras) En tal caso, de no producirse errores garrafales desde el Ejecutivo, el panorama de los tiempos venideros semejará a “más de lo mismo”, pero abandonando la épica exasperada en pos de un tono más conciliatorio, acorde a la correlación de fuerzas existente al interior de la expresión política que ha signado el período en curso.

Ante semejante escenario, acaso el mejor horizonte consista ni más ni menos que en animarse a transitar la incertidumbre de inaugurar un rumbo que nos aleje de este impiadoso sistema que nos siguen vendiendo como el único posible.-



A l@s amig@s y compañer@s kirchneristas honest@s
que mantuvieron un respetuoso intercambio político conmigo
en el contexto de extrema soledad que mis convicciones
me granjearon durante la "década ganada".


JORGE FALCONE