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jueves, 1 de mayo de 2014

ARGENTINA: DE GRANERO DEL MUNDO A FORRAJERÍA PLANETARIA



APORTES PARA LA AGENDA DE DEBATE 
DE UNA NUEVA MILITANCIA ANTISISTÉMICA


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
“Cuando tenga la tierra 
sembraré las palabras 
que mi padre 
Martín Fierro 
puso al viento,
cuando tenga la tierra 
la tendrán los que luchan 
los maestros, 
los hacheros, 
los obreros”.
 
Armando Tejada Gómez, 
poeta argentino del Siglo XX.
 
“Soy agricultor y no tengo tierras, tampoco tengo tractores ni cosechadoras. 
Y esta es la mayor innovación del país. En Argentina, a diferencia del mundo, 
hoy no tenés que ser hijo de un chacarero o un estanciero para ser agricultor. 
Tenés una buena idea y tenés plata, vas, alquilás un campo, y sos agricultor. 
Este es un proceso extraordinario y democrático del acceso a la tierra, donde 
la propiedad de la tierra no importa; lo que importa es la propiedad del conocimiento” 
 
Gustavo Grobocopatel, empresario sojero argentino del Siglo XXI.
 
EL MUNDO DE LOS 70 Y ESTE
 

Aquel mundo bipolar pactado en Yalta durante la segunda posguerra mundial, estaba constituido por un occidente bajo la influencia norteamericana, un oriente bajo la soviética, y un sinnúmero de países no alineados de Asia, África, y América Latina en lucha por su emancipación, constituyendo el llamado Tercer Mundo. Por entonces distaba de cumplirse el vaticinio del comunicólogo canadiense Marshall Mc Luhan acerca de la “Aldea Global”, fenómeno que gracias a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación ha transformado al mundo en una barriada. La larga marcha del pueblo argentino emprendida por los malones originarios, la montonera federal, la chusma irigoyenista, el movimiento libertario, y los descamisados de Perón y Evita generó hacia mediados de los años 40 una inédita experiencia de empoderamiento de los sectores populares que, con sus aciertos y limitaciones, desafió a las clases dominantes, que hicieron tronar su escarmiento hacia 1955. Los casi 18 años posteriores de resistencia por todos los medios, hacia 1973 consiguieron arrancar un breve lapso democrático, abortado en 1976 a causa de la radicalización de la lucha sindical y la creciente demanda de participación en el reparto del PBI por parte de la clase trabajadora. Como si nuestro pueblo hubiera ahorrado durante casi dos décadas el capital de su lucha dentro de una alcancía que el gobierno de facto vino a destruir descapitalizándonos de toda esa experiencia (repliegue del pensamiento estratégico, erosión del sentido de solidaridad, desvalorización de la puntualidad en las reuniones, desprecio por el registro de actas, abandono del acordonamiento de las columnas en marcha) El genocidio atentó pues contra la materialidad y la subjetividad de los argentinos: Hubo que desaparecer a cerca de 30.000 personas para hacer desaparecer luego el plato de comida de la mesa de todos los argentinos. La democracia de baja intensidad que rige desde 1983 inauguró un período tácitamente acordado entre la clase política y los genocidas en retirada, status sólo cuestionado a fondo durante el Argentinazo de 2001. Como bien lo expresa Norma Giarraca en el documental de Miguel Mirra Los ojos abiertos de América Latina, ¨Eric Hobsbawm, ese gran historiador británico, decía que el siglo XX corto empezó con la Revolución rusa y terminó con la caída del muro de Berlín. Para nosotros, el siglo veinte corto comienza con la Revolución Mexicana y termina en Chiapas, el 1° de enero de 1994.



Hoy ya no se trata sólo de que una clase social prevalezca sobre la otra, sino de tomar conciencia de que, esclava del paradigma desarrollista del progreso ilimitado, es la humanidad toda quien peligra, como lo diagnostican tantos científicos de fuste que vaticinan que a este tren de explotación de nuestros recursos naturales el planeta no durará más de dos siglos. La latitud geopolítica que ocupamos remite a uno de los más codiciados reservorios de riqueza alimentaria de un mundo severamente hambreado. Igual que ocurre últimamente con la Venezuela bolivariana en procura del petróleo, el poder imperial vendrá por nuestros recursos naturales sin contemplación alguna.



URGENTES DESAFÍOS



Los grandes movimientos nacionales del Siglo XX han cumplido su ciclo ofreciendo lo mejor de sí, el compromiso perentorio de una alternativa popular antisistémica - además de no dilapidar aquellos legados - consiste en



*  Precisar el diagnóstico de la crisis civilizatoria



Cierta sensación de orfandad de referencias políticas o receso en las luchas antisistémicas remite a la dificultad de formular los grandes interrogantes de esta hora,   leer adecuadamente el carácter holístico de la crisis civilizatoria, cuya máxima amenaza se cierne sobre el alimento y el hábitat de la humanidad en pleno. A propósito de ello, el sociólogo chileno Antonio Elizalde Hevia sostiene que “Frente al cambio climático, la diversidad es fortaleza y la uniformidad es debilidad. Las semillas comerciales reducen drásticamente la capacidad de la humanidad para adaptarse y enfrentarse al cambio climático”.



* Estudiar el nuevo perfil del colonialismo



Revisar la definición del enemigo histórico de los intereses populares, acaso a partir de la compleja figura del poder trasnacional de carácter global que tanto viene comprometiendo nuestra soberanía alimentaria, sobre todo a partir de los negocios de China en Nuestra América, esa potencia emergente cuyo afán expansionista cierta izquierda desestima. Sin embargo sobran indicios de que la economía mundial del Siglo XXI transita del Consenso de Washington al de Pekín: Según el diario chino publicado en lengua inglesa South China Morning Post, al menos 40 bancos centrales han invertido en el yuan chino, y esta cifra promete ir en aumento. Los bancos centrales están añadiendo el yuan a su cartera y esto está transformando silenciosamente a la moneda china en un activo de reserva. (Moneda de reserva es una que se utiliza para transacciones internacionales y para fijar precios de productos comercializados internacionalmente, como el petróleo, el oro, las materias primas y los productos de la alimentación, así como servicios, como los costos financieros o el transporte internacional) El fortalecimiento de la moneda china proviene del intenso comercio con toda Asia, Europa y América Latina. Recientemente se abrió en Fráncfort la primera zona de comercio que intercambiará libremente en euros y yuanes. Austria, Noruega, Francia y Lituania han declarado oficialmente que sus bancos centrales atesoran la moneda china. También Australia. En Asia: Hong Kong, Indonesia, Japón, Corea del Sur, Macao, Malasia, Nepal, Pakistán, Singapur y Tailandia han confirmado al yuan como moneda de reserva y, por tanto, atesorada por sus bancos centrales. Países de América del Sur como Chile, Bolivia y Venezuela, así como los africanos Kenia, Ghana, Sudáfrica, Nigeria y Tanzania han dado ese paso, de acuerdo con el diario citado. Según el FMI, en el año 2000 el 60 por ciento de las reservas mundiales estaban denominadas en dólares. Hoy llegan apenas a 33 por ciento, en una curva inclinada hacia abajo.



* Definir a la nueva oligarquía volcada a los agronegocios y el extractivismo



Los grupos económicos que hoy protagonizan el proceso de acumulación por desposesión (*) en curso no responden al carácter que otorgara el viejo Revisionismo Histórico a los latifundistas que fundaron nuestro país en el Siglo XIX sobre la sangre del criollo y del indio. Estamos ante una nueva clase dirigente especuladora y rentista que, como bien lo define el Grupo de Reflexión Rural, ya no basa su poderío económico en la propiedad sino en el uso de la tierra. Volcados a cultivar soja, expresión local del proceso de globalización del capital, expanden esa frontera verde desalojando constantemente al campesinado pobre y a los pueblos originarios, produciendo a menudo víctimas de las guardias blancas de los hacendados por las que nadie luce un pañuelo blanco. Dicho fenómeno expulsa vastos contingentes de desarraigados hacia el paraíso artificial de las grandes ciudades, donde - cerrando este círculo perverso - habrá de recibirlos la voracidad especulativa del boom inmobiliario. Así, el viejo reclamo de Reforma Agraria sostenido aún por tanto desterrado apegado a la consigna de “A desalambrar” ha caducado, ya que el desafío actual no pasa tanto por la tenencia como por el modelo productivo con que se explotará la tierra. A menudo los medios monopólicos resultan obscenamente transparentes al respecto, apelando a la pluma de voceros del sistema como el ex ideólogo menemista Jorge Castro, que recientemente expresara en las páginas de Clarín “Esta productividad es propia del capitalismo avanzado, en la que el tiempo le ha ganado la carrera al espacio, y donde la producción se ha desterritorializado. En el nuevo sistema, la producción tiene un solo objetivo: bajar costos, aumentar rendimientos, asegurar la calidad. Es un fenómeno capitalista en estado puro, en el que la ganancia es el resultado de la innovación”.

*  Repensar al sujeto histórico del cambio


Superada la matriz productiva de carácter metalmecánico y en plena era telemática, es muy poco probable que el motor de la transformación  pendiente sea exclusivamente el proletariado industrial. En efecto, puede que algunas pistas conduzcan a los grandes contingentes de excluidos encubiertos por el concepto genérico de economía informal. El avanzado proceso de des industrialización - y des sindicalización consecuente - pone en tela de juicio el rol transformador del proletariado histórico. Pero esto es tan cierto como que en varios gremios se verifica un creciente desarrollo del sindicalismo combativo y antiburocrático de base (ver: http://www.youtube.com/watch?v=7Vgm7O3uXgY&feature=youtu.be), fenómeno que – por ejemplo – se manifestó durante el Paro Nacional del 10 de abril convocando a ganar las calles, pese a que sus organizadores sólo propusieron ausentarse de los lugares de trabajo.  Entendemos que su rol presente y futuro en las luchas sindicales no debiera menospreciarse; asimismo, consideramos que si bien para los trabajadores desocupados la única alternativa es la lucha, sin un proyecto antisistémico de por medio tal esfuerzo bien puede culminar con su reingreso al mundo del capital y el reciclaje correspondiente del modelo.



* Debatir las viejas fórmulas sobre la toma del poder (o recuperación de

   potencia, como propone Norma Giarraca)



A partir de la valiosa y originalísima experiencia zapatista (defender con las armas la demostración de que es posible "construir el paraíso en la tierra"), cabría rediscutir la noción de poder; vale decir, si hoy ello consiste en un espacio a conquistar o en una circunstancia que seamos capaces de gestar: Buena parte de la militancia progresista y de izquierda parece dispuesta a seguir disputando - con todos los riesgos que eso supone - el control del Estado burgués. En el reciente trabajo de Miguel Mazzeo titulado "Entre la reinvención de la política y el fetichismo del poder. Cavilaciones sobre la izquierda independiente argentina" (http://lhblog.nuevaradio.org/b2-img/Mazzeo_ReinvencionVsFetichismo.pdf), por ejemplo, el prolífico militante del FPDS aboga porque ninguna expresión que valorice el proceso electoral lo haga considerándolo como una herramienta primordial ni abandonando el legado antisistémico del 2001.



PARCHAR EL MUNDO QUE HEREDAMOS O BUSCAR UN HORIZONTE NO CAPITALISTA



A casi cuatro décadas de la más feroz lección sufrida por las fuerzas populares en Argentina, y sin desconocer el consenso social existente contra cualquier intención de interrumpir el orden constitucional, valdría la pena advertir que la  derrota más tangible de los ideales procesistas es la formal, y se verifica fundamentalmente en el plano jurídico (Derogación de las Leyes de Impunidad, Juicios de la Verdad, prisión de numerosos represores y muy pocos gestores - no “cómplices” - civiles del Golpe de Estado) En consecuencia, resulta presumible que la causa de la abulia popular que aún se percibe a la hora de reclamar cambios estructurales en nuestro país se vincule en buena medida al sedimento de la ingeniería represiva perpetrada por los genocidas de 1976: Hoy también es cultural el escarmiento de haber intentado la emancipación nacional. No otra puede ser la explicación de que actualmente buena parte de la militancia prefiera adherir a promisorios postulados discursivos en vez de revisar la matriz productiva que los anima, común a la casi totalidad de las fuerzas políticas con representación parlamentaria. Pero mientras durante la última década la discursividad política ha patinado la epidermis social con barniz progresista, en el sustrato cultural más profundo de la sociedad se ponen dramáticamente en acto las secuelas barbáricas del legado procesista, ahora bajo la forma de un vecindario linchador de excluidos librados a su suerte por el capitalismo salvaje, o un puñado de estudiantes que graba la golpiza colectiva contra un/a compañero/a diferente para luego celebrarlo en las redes sociales a la manera del viejo circo romano.



De aproximarse a la verdad, lo expresado anteriormente no sería algo nuevo. Sin ir más lejos, la última generación que protagonizó una ofensiva popular en nuestro país tuvo más en cuenta las consignas políticas que los fundamentos filosóficos del marxismo y el keynesianismo, pero hoy la crisis civilizatoria exige rechazar de plano el paradigma desarrollista del progreso ilimitado, común a ambos planteos.



En el insuficientemente revisado año 1973 la alternativa Liberación o Dependencia interpretaba cabalmente el desafío de la época. Hoy la descapitalización de experiencias de lucha y la falta de audacia en las praxis políticas ha conducido a aceptar la falaz contradicción Democracia o Corporaciones, cuando es evidente que rige una Democracia de las Corporaciones, en la que está comprobado desde hace treinta años que por esta vía no se come ni se educa ni se cura.



Quizás aún no sea demasiado tarde para asumir el compromiso que proponía una canción muy coreada en tiempos en que nuestros sueños flameaban mucho más alto: “Hay que quemar el cielo, si es preciso, por vivir”.-





JORGE FALCONE





(*) Harvey, David (2004) ”El ‘nuevo imperialismo’: acumulación por desposesión”



 


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