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Acaso hallen algo interesante en él quienes mantienen un compromiso de vida con la justicia y con la belleza.

domingo, 1 de julio de 2012

En el mes que la conmemora, un tributo a l@s próceres de la independencia pendiente


MUCHAS HORMIGAS PUEDEN ROER A UN ELEFANTE


“El pueblo nunca muere”
Ernesto Cardenal

1)    El Hombre Nuevo


_Comprendo - dijo el Intendente interino -, pero tengan en cuenta el teléfono de emergencias de la policía… Está funcionando bastante bien.
El joven mediero de las quintas de Altos de San Lorenzo lo miró reconcentrado, desde el centro mismo de la delegación de nuestra organización que lo visitaba.
_¿Usted sabe que la cabina más próxima queda a veinte cuadras, y que hay una banda de forajidos asolando la zona, y que si uno sale cuando ellos pasan termina mal…?; replicó el muchacho. Y continuó:
_ Tampoco nos llega con fuerza el agua corriente. Y los camiones de ustedes pasan por nuestro comedor y siguen de largo hasta el local del puntero más afín a la municipalidad. Cómo nos vamos a sentir “incluidos”, de ese modo…
El funcionario tomaba nota. El compañero que así describía su acuciante realidad, se había negado a obtener el beneficio de un Plan Trabajar. A la espera de poder montar una panadería junto a su hermano. Y autofinanciarse.

2)    El Hombre Nuevo (II)


En un alto de la tarea de desmalezamiento de un predio previsto para construir una placita, en La Aceitera (131 e/ 640 y 641), reparamos - entre el montón de vecinos que estaba colaborando - en un joven papá que macheteaba las cañas con la mano derecha, y con la izquierda mantenía alzada a una bebé a la que de tanto en tanto se ocupaba de mimar. A distancia sideral de cualquier posible cuestionamiento feminista, era militante y papá simultáneamente. Construía una plaza para los hijos de otros, sin descuidar a su hijita.

3)    Praxis


Durante nuestra segunda Jornada Solidaria en La Aceitera, se acercó un querido compañero de luchas precedentes, para apreciar el carácter de nuestro trabajo. Buena parte del tiempo que compartimos en el predio en cuestión, se ocupó de convocarnos a un asado con viejos compañeros de ruta de la militancia setentista, al efecto de saldar diferencias propias de todo revés en la lucha, y causales de la dispersión de cuadros que hasta hoy se mantiene. Nosotros puntualizamos que nos sentimos solidarios con tales iniciativas, pero privilegiamos atender de lleno la emergencia social. Lamentablemente, no pudimos compartir con él ni la tarea de desmalezamiento ni la organización de la merienda comunitaria. Se retiró insistiendo que nos tendría al tanto de aquella reunión.

4)    Identidad


En plena labor de desmalezamiento, el niño - de unos siete años - que colaboraba juntando residuos para quemar por la noche en una fogata, declaró ser miembro de una familia jujeña. Como todos los humanos tenemos alguna historia por contar, cuando se nos presta atención, la desplegamos. Él no fue menos y se explayó sobre la Quebrada. Al punto, la mujer que nos cebaba mate bajo un árbol, se enganchó en el imaginario fogón, iluminándosele la mirada al señalar que su sueño sería conocer la tierra de sus mayores, allá en Italia. Al poco rato, el entusiasmo visceral de ambos oradores superpuso las voces hilando un inesperado tapiz de nacionalidad. Porque eso somos: Criollaje y pampa gringa.

5)    Mejor que decir es hacer

                                                                
Sin organización, toda realidad social de base se estanca en la fragmentación, alimentada por  el repetido mensaje de “sálvese quien pueda”. Cuando la organización irrumpe, peligra el lugar que ostentan los caudillos, porque ahora es posible sumar gente y precisar el rol de cada uno. Y eso siempre supone ganancia y pérdida. En el primer caso, porque se reconstruye el tejido solidario; en el segundo, porque caduca el privilegio de ser vocero exclusivo de la comunidad. La compañera que sostenía la Copa de Leche en la entrada del predio denominado La Aceitera fue increpada por otra más joven, acusándola de hacer privilegios en la distribución de alimentos. Ella adujo de inmediato que anotaba a cuantos tenían necesidad de tal apoyo y hacía respetar sus listas. Un reproche trajo a su contrario, y, de repente, la más joven enarboló un palo y se lo zampó en la cara a la mayor. Al mediodía, cuando arribó nuestro grupo de trabajo, los ánimos estaban caldeados y la gente dividida. En ausencia de la mujer agredida, que acopiaba los enseres destinados a hacer tortas fritas para los pibes, apenas se garantizaba un modesto mate cocido.  Los ojitos famélicos pronto comenzaron a rodearnos. Entonces se nos ocurrió intentar un fogón en torno al cual los adultos - alineados en los distintos bandos solidarios con las contendientes - se pudieran desahogar y reencontrar fraternalmente. Se dijeron de todo. Y apenas sirvió para "cantarse las cuarenta" de frente. Disuelta la ronda, cada uno volvió a sus quehaceres. Los grandes perdedores estaban siendo los pibes. Entonces consultamos a las compañeras más jóvenes si aceptarían - aunque los niños ya habían bebido su primer ronda de mate cocido - que convenciéramos a la compañera agredida de traer su harina y amasar en conjunto. Bastó un mínimo gesto de beneplácito para que resolviéramos forzar la participación de la señora, que al cabo de nuestra insistencia, no sólo se acercó tímidamente, sino que amasó con las demás hasta el cansancio. Y luciendo su moretón en la boca. Los grandes perdedores iban a ser los pibes. Pero ninguna madre pudo aceptarlo. Y todos comieron tortas fritas.

6)  Mateando con la derrota


“Frazada del pobre hombre que siente frío
y no se queja, ya no se queja”.

Gastón Ciarlo “Dino”,
Milonga de pelo largo.



Dante Velázquez es un campesino jujeño que trabajó la tierra de sol a sol. De pequeño fue "lustrín", como gusta decir. Su padre se salvó milagrosamente de la tenebrosa "Noche del Apagón" en el Ingenio Ledesma, cuando la oligarquía Blaquier sirvió en bandeja a la dictadura la nómina de los braceros rebeldes. Este kolla reservado y de modales amables, oportunamente refirió lo advertido en uno de los barrios que más nos ha costado levantar: "No hay caso - dijo -, no les importa nada. Pasan junto a la casilla en que Verónica amasa el pan para ellos, como pensando 'mirá cómo se desloma esta boluda para hacerme la comida...' Pero no la ayudan. Lo que intentamos fuera una plaza, está lleno de yuyos. Y lo que es peor, en algunas casas he visto aberturas sin vidrio en plena helada... y los padres allí, junto a un montón de hijos. Mirando ese agujero". Acaso no exista metáfora más terrible sobre una derrota. ¿Se advierte a conciencia el traspaso de la frontera en que perdemos la voluntad, la pulsión de vida? No siempre. En los mitines políticos se escucha decir: "La ingeniería disciplinadora del Proceso..." Hela aquí. Un hombre quieto. Que siente frío. Pero ya no se queja.

7)    Destinos

                                                               
Mónica se llama Andrea Barrios. Y es una floricultora oriunda del Chaco. Nunca supimos porqué estaba tan peleada con el nombre que le pusieron. Su rigor en la administración de cada línea de subsidios que conseguimos alguna vez la instaló en la conducción estratégica de nuestra organización. Culminada una reunión, le pregunté por la edad de sus pibes, que, como tantos, estaban de vacaciones escolares. Me dijo 9 y 10 años. Entonces le obsequié un álbum de historietas sobre un súper héroe criollo llamado Mikilo, que se dedica a conjurar a todos los seres malignos de la mitología autóctona. La menuda chaqueña contempló sus páginas esbozando una sonrisa, y alcanzó a murmurar - para la posteridad - "el más chico es más vivo que el grande, tendrá futuro... el otro ya va para trabajador".

8)    Parias

                                                             
Víctor Giménez fue zafrero en Fraile Pintado, provincia de Jujuy. La única vez que lo vi fue en una asamblea de nuestra organización, celebrada durante una noche gélida de invierno. Llegó mal calzado y sin medias. Escuchó cuanta intervención estaba prevista y, a su turno, con la prudencia de la que hace gala un hombre del interior, planteó su inquietud. Punteros locales lo habían convocado para trabajar una huerta enorme, luego desaparecieron dejándolo carpir la tierra de sol a sol durante meses. El viejo consultó si, de no comparecer sus patrones, le correspondía a él algún título de propiedad, al menos por ayudar a la tierra a parir sus frutos. Nos comprometimos a averiguárselo en el Ministerio de Hacienda. Al cabo de un tiempo supimos que debía operarse de una hernia en mal estado. Y que no tenía familia que lo cuidara. Entonces comenzamos a procurarle cama en un hospital municipal, resueltos a acompañarlo en el delicado trance. No hizo falta. Una noche discutió con la mujer que le alquilaba el cuartucho en que vivía y cuentan que quedó muy disgustado. Para olvidarlo se bajó una botella de vino. Fue la última. Su frágil corazón no pudo resistir. Los punteros que lo contrataron como buey de carga no aparecieron jamás. Y la tierra que trabajó no le perteneció nunca. Sus restos volvieron al pago tan despojados como cuando llegó a nuestra ciudad.

9) Memoria del hambre

                                                                
La voz del pobre, como la ola, siempre deja a las orillas de la vida alguna revelación: Mario Carrizo - por ejemplo -, dice que de pequeño y en la zafra tucumana vivía llorando de hambre, y que el cañero que fue su padre lo consolaba mandándolo a zorriar la caña (*). El albañil herniado de Elizalde aún yuga y ahorra para operarse. Siempre apuesta fuerte a la pala, nunca a los Planes Sociales. Y se enoja si alguien dice que no alcanza para una comida digna con caldo, papa y algo de carne picada. Reacciona porque sostiene que nunca comió otra cosa y que no es perro el que sólo eso muerde. Y al cabo del jornal atiende la copa de leche. Y recuerda con nostalgia a gringos venidos huyendo de alguna contienda, y a veces hasta se dice: “También sobreviví a cuántas guerras!“

(*) Pulirla con los dientes extrayéndole el azúcar, como hace el zorro.

10) El pronunciamiento de Aurora

                                                                
En algún plenario septembrino escuchamos muchas cosas fuertes, particularmente interpelaciones al sentido de los conceptos que refleja la bandera de nuestra organización, que – parafraseando el intransigente y popular “sí o sí” (y suprimiendo la vieja alternativa de la “Muerte”) – reza “Patria o Patria”. Las ideas expresadas fueron todas ciertas. Patria - recordó un compañero universitario que se inauguraba en nuestras filas - viene de pater (padre) y resume la idea fundante de una sociedad patriarcal (el hombre como factor excluyente de poder). Sin embargo, la dialéctica de la lucha popular se apropió de tal concepto asignándole connotaciones raigales que por años lo enfrentaron a la posibilidad de convertirnos en factoría del Imperio: Incontables compañer@s cayeron en esta larga lucha gritando Patria sí, Colonia no. Verbigracia, en la lucha nuestro pueblo se apropia de - y resignifica - los conceptos para que resulten funcionales a sus intereses. La potencial controversia quedó zanjada sin intelectualización alguna cuando pidió la palabra una anciana compañera que hasta entonces escuchaba guardando silencio: “Yo crié a mi hijo en el amor a la Patria para que cuando se canta el himno esté firme allí, respetando su bandera”. El silencio colectivo que sobrevino a continuación impuso pasar al tema siguiente.

ESTOS HOMBRES Y MUJERES RIGEN MI DESTINO:
SU INCERTIDUMBRE DE HOY MAÑANA ABRIRÁ CAMINOS.-

JORGE FALCONE

Vivencias recogidas a lo largo de una década de militancia en la organización “María Claudia Falcone” (nacionalismo popular revolucionario) de La Plata, Berisso, y Ensenada.

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