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Acaso hallen algo interesante en él quienes mantienen un compromiso de vida con la justicia y con la belleza.

domingo, 1 de abril de 2012

A tres décadas de la gesta del Atlántico Sur, el territorio nacional está plagado de Malvinas

ROJA FLOR EN MANO NEGRA
















Soldados argentinos reducen a combatientes de la Task Force británica (1982) 

Segundo día de Abril,
uniforme aceitunado
galardonado en sangre y barro,
roja flor en mano negra,
piel y bronce y atrás
¿qué, compadre?, ¡¿qué?!
Atrás,
pero muy atrás,
el frío glacial.
Y unas islas que, a veces,
ni figuran en el planisferio,
y una sonrisa joven
atrincherada,
y acostumbrada a ver la guerra por TV.
Y una ciudad remota,
plagada de oficinistas,
adonde no llegan más esquirlas
que las de una malversada información.
Y unos pocos voluntarios,
y unos muchos incrédulos,
y el show de las recaudaciones que se evaporan,
y la Primer Ministro gruñendo
desde los kioscos,
y los aviones clavándose
desde el cielo
como gaviotas que descubren
que el pez buscado es ballena.
“Qué mierda valen esas piedras?”;
se preguntó un argentino.
Y otro cayó, al mismo tiempo,
degollado por los gurkhas
a distancia sideral
del último long play de Sui Generis.
Hablo de ustedes, cumpitas,
y las metáforas no acuden…
Los tengo que nombrar sin vuelta
porque el poema no alcanza para decirlos:
Mazorqueritos del Atlántico Sur,
Riveritos de tierra adentro,
cada criollo de buena madre
lleva sus sueños de escarapela.
Como escribiera un sargento
caído en aquellas nieves:
“La rendición no cabe en mi vida.
Después de muerto, hablaremos”.
Roja flor les deja
- año tras año –
una mano negra.
Manito de la memoria:
atrás tuyo
¿qué se esconde?
Un pueblo sobreviviente,
una casita de chapas,
una estampa de Ceferino,
un calentador Bram Metal,
un pibe y un perro jugando
a compartir la misma sarna.
Aquí no se HABLA de Patria.
Solamente
se trabaja y se muere.
Y se sale, de vez en cuando,
sin despedirse siquiera,
la vista puesta en el Sur de las cosas
(a sabiendas de que el Norte usurpa)
para volver acaso
arrastrando del cabello a la esperanza
o - en su defecto –
en algún lugar ignoto
clavar para siempre la guampa.

Texto de mi poemario,
“ARRE! POTRILLO DE LOS POBRES”,
publicado en Mayo de 1990 por Ediciones Amaru.-