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jueves, 1 de marzo de 2012

El fantasma del extractivismo recorre Nuestra América

PAÍS MATRIX (*) Y TRANSFORMACIÓN PENDIENTE

“Con todo, lo que a muchos de los presentes nos dejó reflexionando es, en la situación que vive el mundo y la humanidad, hasta qué punto parece razonable pedirle a los gobiernos latinoamericanos que discutan el sistema de producción  y la concepción de la propiedad cuando por la suba de unos puntos en los derechos de exportación ha habido intentonas destituyentes en la Argentina y a lo largo de Latinoamérica tanto Chávez, Correa y Evo Morales sufrieron golpes cívico-militares”.-

Dante Augusto Palma,
en torno al debate entre Toni Negri y Ernesto Laclau
sobre una teoría política de la emancipación para el Siglo XXI.

"No estamos de acuerdo con tanto paro y tanto corte, y tanta cosa que están haciendo últimamente, que son como peleas estériles porque más de lo que tenemos no podemos pedir."

Hebe de Bonafini, web oficial de la Asociación Madres de Plaza de Mayo


Nubarrones en el alba de Nuestra América

Esta primer década del Siglo XXI abunda en lecciones de las que sacar partido en la región. La hora de los pueblos que viene experimentando el continente se ha visto parcialmente empañada por arteros intentos del Imperio destinados a no perder el control de su patio trasero: Inaugurando dicho período la sangrienta y fallida asonada de los “escuálidos” venezolanos contra la Revolución Popular Bolivariana, acaso el ejemplo que más conmoviera a la comunidad internacional recientemente haya sido el golpe de mano que puso fin al mandato democrático del presidente Zelaya en Honduras, a continuación del cual Ecuador también viviría una intentona policial alimentada por la CIA, que afortunadamente no consiguió abortar el proceso democrático que encabeza Rafael Correa.

El presidente boliviano, por su parte, inauguró 2011 derogando el decreto que provocó el alza de los precios de la gasolina y el diesel. La medida fue tomada al término de una reunión con su gabinete, sindicatos y organizaciones sociales en La Paz, un día después de una violenta jornada de protesta de sectores que luego volverían a ganar masivamente las calles en defensa del Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), reserva natural amenazada donde viven al menos cuatro mil familias dedicadas mayormente a la pesca y a la agricultura.

Afortunadamente, estas marchas y contramarchas en los procesos populares en curso también incluyen iniciativas auspiciosas, como la de Unasur formulando estrategias para proteger los recursos naturales de la región, que se suman a las que sostienen sistemáticamemte los respectivos movimientos sociales de cada país, todo lo cual demuestra a las claras que los latinoamericanos no la tenemos fácil… ni aflojamos.

Que algunos afluentes de mi sangre paterna conduzcan a la República Oriental del Uruguay, donde librara su gesta independentista El Protector José Gervasio Artigas, y otros maternos a esa Nicaragua de la que oportunamente expulsara a los marines norteamericanos El General de Hombres Libres Augusto César Sandino, me ha acostumbrado a pensar desde el pago chico en la Patria Grande. Ora intercambiando, ora polemizando con valiosos compañeros de ruta en la causa de los pueblos de una y otra latitud, sobrellevo la soledad que momentáneamente impone en nuestro continente confrontar contra la matriz económica sojera agroexportadora y extractivista que, frecuentemente encubierta bajo argumentos supuestamente progresistas, viene promoviendo una visión posibilista por parte de numerosos cuadros que otrora fueran aguerridos revolucionarios defensores de la utopía socialista y hoy se muestran ostensiblemente cooptados por el paradigma de la modernidad dependiente y el progreso ilimitado. A mi me toca confrontar con ese status de resignación bajo el peso aplastante que - en nombre de La Abanderada de los Humildes María Eva Duarte de Perón - impone el espejismo “nacional-popular-democrático” que hoy transita la República Argentina.

Sentido último de nuestras epopeyas abortadas

Los sectores autodenominados progresistas de nuestro país suelen coincidir en que la llegada de los españoles a estas costas, más que el “choque de dos mundos” supuso el intento de aniquilamiento del que aquí existía, y el consiguiente encubrimiento de sus secuelas.  Pero no necesariamente se detienen a revisar el carácter iluminista y euroreferente (basado en la concepción política de Rousseau y filosófica de Kant) del pensamiento que animó la “Revolución de Mayo de 1810,  considerada mayoritariamente  uno de los hitos de nuestra independencia, que apenas llegó a coquetear con la posibilidad de promover una junta de gobierno encabezada por un monarca inca, dada la conciencia culposa de la mayoría de sus protagonistas respecto a la cultura originaria que estaban ayudando a soterrar.  Y aún no abundan los que salen a desenmascarar la “Organización Nacional” impulsada por la Generación del 80, constituida por el patriciado autóctono que edificó esta colonia -ayer europea, hoy yanqui- sobre la sangre del criollo y del indio, condenándolos a partir de su Constitución Nacional de 1853 a fragmentar el movimiento histórico social en pro de partidos políticos liberales, toda vez que sus intereses peligraran.  Esta sucinta reseña nos lleva a sostener que la Nación Argentina - tal y como la concibe el imaginario imperante (y la padecen las grandes mayorías) - ha sido forjada sobre la base de una sucesión de encubrimientos, en pos de construir la gran farsa cosmopolita que aún sojuzga a los pueblos originarios y sus descendientes en la gran urbe.  Puede convenirse por tanto que las grandes puebladas protagonizadas por las mayorías nacionales no implican otra cosa que denodados intentos de la Argentina Profunda por develarse e imponerse definitivamente sobre la Argentina Cosmopolita.

Según nuestro filósofo maldito Rodolfo Kusch, “La clase media nace en términos de estructura cultural a fines de la Edad Media europea y se diferencia de las anteriores en la misma medida como bosquimanos se distinguen de pigmeos, hasta el punto de lograr (…) una rigidez notable respecto a otras clases, especialmente ante la del así llamado ‘pueblo americano’. Por eso, como la sociología no puede tomar en cuenta la verdadera contradicción que vive una clase media en Sudamérica, por ejemplo, la manera como se estrella contra la espesa estructura biológica del peronismo, es inútil que convierta a los integrantes de este credo en una simple ‘mano de obra disponible’, o en un ‘proletariado rural’ que migra a la ciudad, o trate de explicar porqué después de 1930, a raíz precisamente del gobierno anterior de inmigración, logra ser aglutinado, al poco tiempo, en torno a una figura carismática”.

Crecida al calor del tímido proceso industrializador de mediados del siglo XIX y ya constituida durante su consolidación, en los 50s, la clase media argentina - compuesta originariamente por pequeños y medianos propietarios rurales y urbanos- se cristaliza y vuelve influyente al calor de la penetración cultural propiciada por las políticas de apertura a los centros de poder mundial impulsadas desde mediados de la década citada. Y ejerce su influencia actual desde las principales urbes del país, fundamentalmente a partir de la acción reproductora de patrones ideológicos cosmopolitas fomentada desde la universidad y los medios de comunicación hegemónicos.

Una de las conquistas culturales que logró la última dictadura - además de haber naturalizado la coexistencia entre incluidos y excluidos - es un enorme desgaste de la voluntad de acuerdo y transacción entre la Argentina Profunda y la Argentina Cosmopolita, acaso inmejorablemente ejemplificable a partir de la tensión existente entre ese trabajador degradado -y a la vez intolerante- que es el taxista, y ese otro, expulsado con ferocidad del aparato productivo, que es el piquetero, quien no tiene otra forma de hacerse visible ante la comunidad de no ser mediante el corte de rutas o avenidas.  En este peligroso estado de confrontación latente al interior de los sectores populares -  agudizado por la fragmentación social resultante del modelo de exclusión y las consecuencias ya visibles de la actual crisis internacional - reside hoy una de las armas más poderosas de las clases que dominan y someten a nuestro país.

Significado y vigencia de las jornadas de lucha del 19 y 20 de diciembre 2001

El Argentinazo fue la culminación de una década sostenida de lucha social contra el modelo de exclusión neoliberal. El sentido que adquirió la campaña del Luche y Vuelve culminando en la consigna Cámpora al gobierno-Perón al Poder (1973) lo tuvieron el Santiagazo y las rebeliones de Cutral-Có y Mosconi que condujeron al reclamo de Que se vayan todos! (2001); si bien en este caso hubo capacidad para gestar un multitudinario rechazo pero no alcanzó para proponer una alternativa.

Dicha pueblada puso en evidencia los límites de la democracia formal, y demostró el agotamiento del terrorismo ideológico heredado de la dictadura, toda vez que – pese al decreto de Estado de Sitio – el pueblo se movilizó masivamente y peleó durante más de dos días dejando en el camino 38 mártires, hasta derrocar (inéditamente) a un ministro de economía y un presidente.

Ese estado de rebelión generalizado fue sofocado militarmente mediante la Masacre de Avellaneda (26/6/2002) apuntando directamente a quebrar el espinazo de los Movimientos de Trabajadores Desocupados a través del asesinato en la Estación de Avellaneda de Santillán y Kosteki. Los ideólogos de dicho crimen no sólo mantienen la impunidad sino que integran desde entonces sucesivas listas electorales.

El sistema a partir de entonces se recicló “por izquierda” inaugurando a partir de 2003 un proceso que se presenta como encarnación de todo aquel descontento y de una nueva manera de hacer política, invitando a numerosas organizaciones sociales a formar parte de un Estado que, en materia de DDHH, condena su violación durante los 70s pero omite pronunciarse contra la creciente criminalización de la protesta social (la reciente Ley Antiterrorista recomendada por el GAFI acaba de emplearse contra los medioambientalistas catamarqueños sin que el gobierno diga ni mu) Constituye un dato para la reflexión militante que los argentinos por ahora no hagan masivamente suyas a las víctimas de la lucha contra la exclusión social y el saqueo de los recursos naturales, circunstancia que cuenta con la más flagrante complicidad de la mayoría de los organismos de DDHH.

La utopía posibilista del “nunca menos”

El 23 de octubre pasado, ante una “oposición” rancia, inoperante, y fragmentada, el oficialismo inició su marcha hacia un tercer período consecutivo de gobierno alzándose con el 54% de los votos y haciéndose acreedor al beneplácito del resto de l@s mandatarios que hoy manifiestan la intención de sacar a nuestra región de la postración neoliberal.

Sin embargo, ante el escenario descrito un analista atento no pasaría por alto el saldo disciplinador que operó la ingeniería  procesista sobre la materialidad socio económica y el sentido común de l@s argentin@s. Parte de tal herencia supone un retorno a la viciada democracia formal parlamentarista que fuera masivamente interpelada durante las protestas sociales de 2001. Imposible no vincular con ello la emergencia de un voto conservador que, temiendo al cambio, apuesta por “males menores”. La nueva subjetividad fraguada por el kirchnerismo fomenta una militancia que se regodea con cierto revisionismo setentista - a distancia ya de toda condición heroica - PERO se desentiende de analizar y cuestionar la matriz económica dependiente preservada por una legislación vigente desde la dictadura y promotora de esta inédita concentración de capitales.

Al respecto afirman los especialistas Fabiana Arencibia, Andrea Salvati y Pablo Marrero, integrantes de Red Eco Alternativo Argentina, La repetición constante de las palabras suele naturalizar un determinado contenido, así como tergiversar u ocultar conceptos. Esto sucede con los términos Modelo y Sistema. Para tener claro de qué hablamos cabe recordar que el llamado Modelo Nacional y Popular, de ninguna manera cuestiona el sistema imperante en nuestra sociedad. En esto la Presidenta ha sido clara al decir que ella no es una revolucionaria y lo único que pretende es un capitalismo más justo. Es decir, hablamos de un modelo que de ninguna manera pretende transitar un camino “no capitalista” como se lo han planteado algunos países de América Latina. Hablamos de un modelo a desarrollarse dentro de un sistema intrínsecamente injusto, basado en la apropiación por parte de una minoría del trabajo de la mayoría. Un sistema del cual formamos parte y que hoy vive una de sus crisis más profundas, pagada como siempre, con la miseria y exclusión de las mayorías populares”.

El alzamiento popular de 2001, entonces, dio por concluido el ciclo iniciado en 1976 por nuestra 2da Conquista del Desierto, como siempre ocurre, mediante la violenta irrupción de la Argentina Profunda en la escena nacional: Resulta evidente que el kirchnerismo, al menos en lo gestual, acusó recibo del mayoritario reclamo de “Que se vayan todos” formulado ante las narices de los políticos de carrera y no tardó en erigirse como restauración “progresista” de aquella democracia insuficiente que las masas movilizadas venían impugnando. El corset que impuso por ende a todo aquel potencial rebelde se basó en la contención social de los sectores más empobrecidos mediante planes sostenidos mediante la favorable cotización de los commodities sojeros y la construcción de un relato épico consistente en hacer justicia con los ejecutores uniformados de la represión dictatorial mas no con sus spónsors civiles, quienes – como Pedro Blaquier, dueño del Ingenio Ledesma (Jujuy) – hoy ven con buenos ojos la gestión en curso, cuyos cimientos completa de explicar Guadalupe Rodríguez en el portal Rebelión: Ya la casi totalidad de la producción de soja argentina es genéticamente modificada (99%). Significa que las semillas vienen en un paquete tecnológico (semilla junto con productos venenosos o agrotóxicos) completo, que se termina imponiendo en todo el territorio agrícola y que aumenta el negocio de las corporaciones. Gracias a este modelo de producción no hay empleo a nivel local y la subsistencia en el campo es imposible. El sistema de la soja requiere un promedio de un trabajador cada 500 has. Quienes quedan en el campo son los que manejan la maquinaria agrícola industrial”.

En consecuencia, desde la nueva red de medios de comunicación afines que hoy concentra el kirchnerismo no se debaten proyectos sino que se promueve la falacia de estar transitando una nueva era de prosperidad, mensaje que por ende tampoco se dirige a verdaderos electores sino a rehenes de los mencionados planes sociales.

No obstante, y como es de prever, ya comienzan a vislumbrarse grietas en lo que ha venido apareciendo como un discurso monolítico. Así lo demuestra por ejemplo el reciente pronunciamiento de los Trabajadores/as de Radio Provincia de Bs. As, hartos de padecer la censura oficial sobre cualquier información capaz de desentonar con el unívoco mensaje que promueven las autoridades: Denunciamos que ayer miércoles 9 de noviembre, la Dirección de LS11 obligó a retirar de nuestro portal la entrevista realizada por un programa de la estación de frecuencia modulada de Radio Provincia (97.1), con la abogada Alicia Romero del Comité contra la Tortura. La funcionaria del organismo que depende de la Comisión Provincial por la Memoria fue consultada sobre la situación de detenidos en la Unidad 45 de Melchor Romero que denunciaron ante la Justicia que miembros del Servicio Penitenciario bonaerense ‘los obligaron reiteradas veces a salir del penal a realizar robos y hurtos para entregarles a los penitenciarios los productos de estos hechos delictivos’Este acto de censura se suma al constante hostigamiento que padecemos diariamente por parte de las autoridades de Radio Provincia. Es necesario recordar que debimos resistir despidos y desplazamientos dispuestos por la dirección como represalia por una entrevista realizada al ministro de Justicia y Seguridad, Ricardo Casal, en la que se le preguntó sobre la desaparición de Luciano Arruga”.

Todo parece indicar por ende que aquella subjetividad obrera que fundara el peronismo en los 50s, con el kirchnerismo deviene en progresismo de medio pelo que da la espalda a ese nuevo sujeto histórico transformador que viene gestándose cotidianamente desde las bases populares en lucha.

Segunda década del Siglo XXI: El imperativo de volver a discutir el poder

Como lo hemos venido revisando, la rebelión popular del 19 y 20 de diciembre de 2001 constituye la última irrupción masiva y sin intermediarios del pueblo argentino en la escena política. Derrumbe de la falaz paridad cambiaria mediante, dicho evento clausuró también el ciclo neoliberal explícito inaugurado con el feroz ajuste impositivo impulsado en 1975 por el Ministro de Economía Celestino Rodrigo, funcionario de gobierno de María Estela Martínez de Perón. Con dicha vuelta de página en la historia del país el pueblo movilizado recuperó confianza en sus propias fuerzas y volvió a animársele a la política ensayando nuevas formas de autoorganización independientes de todo aparato muy poco exploradas con anterioridad, como lo fueran los piquetes, asambleas barriales, empresas recuperadas y autogestionadas por sus trabajadores, clubes de trueque, cooperativas; etc. Aparece así un Nuevo Movimiento Social con nuev@s actores y métodos de lucha que en gran medida toman como referencia la horizontalidad (nadie es más que nadie, mandar obedeciendo) y autogestión (organización independiente del Estado, los partidos políticos y los sindicatos) planteada contemporáneamente por el zapatismo de Chiapas. Alguna vez el pensador nacional Arturo Jauretche sostuvo, en relación a los caudillos federales del Siglo XIX, que fueron “el sindicato del criollo”; hacia la crisis de 2001 - y como saldo del más salvaje modelo de exclusión social - los movimientos de trabajadores desocupados comenzaron a cumplir el rol de sindicatos de nuevo cuño.

Para algunos cientistas sociales el fenómeno aludido constituiría una alternativa transitoria ante el derrumbe del paradigma del Estado Benefactor, su consecuente defección en materia de mediación y contención social, y las múltiples responsabilidades de las que se fuera desprendiendo, todo lo cual habría fomentado esa suerte de “anticuerpos” representativos de una sociedad dispuesta a tomar a su cargo la responsabilidad de sobrevivir. No obstante cabe subrayar aquí que cierta militancia ve en ello el germen de las nuevas democracias por venir, menos formales y más plebiscitarias.

Durante la pueblada en cuestión convivieron con diversa suerte múltiples tradiciones de lucha del pueblo argentino, como el nacionalismo revolucionario y la izquierda no stalinista, así como se vió emerger con fuerza un autonomismo más dispuesto a promover un nuevo imaginario - capaz de fomentar una nueva sociabilidad - que a disputar el poder del Estado. Durante los años posteriores - y transitoriamente - hasta hubo una apropiación del 19 de diciembre por parte de las corrientes de pensamiento más afectas a dar continuidad histórica al proceso de masas, mientras el 20 quedó como fecha consagrada para la autoconvocatoria de los sectores más radicalizados y rupturistas.

No está de más reiterar que la emergencia de ese nuevo protagonismo social, si bien marcó por un tiempo la agenda de la inclusión social, pasó a la historia sintetizando a través de la consigna “Que se vayan todos” el hartazgo de vastos sectores ante las formas tramposas de la democracia liberal parlamentaria, pero no logró sintetizar una política de poder capaz de encarrilar tras aquel cauce de rebeldía a la sociedad toda.

Dicha insuficiencia no tardaría en estancar el potencial transformador del nuevo movimiento social permitiendo que el sistema de dominación fuera encontrando – como en otras latitudes del continente – el modo de preservar sus intereses a cambio de módicas concesiones, así como de ir absorbiendo hacia el interior del aparato estatal a numerosos referentes y colectivos surgidos al calor de la lucha.

Aquellas jornadas de lucha dejaron valiosísimas lecciones dignas de constante revisión. Una de ellas fue el cuestionamiento a la idea acerca de que el poder se construye necesariamente desde el Estado, heredada de la gesta peronista, que encauzó la irrupción de aquella nueva clase obrera protagonista del 17 de octubre de 1945 mediante consignas como “de casa al trabajo y del trabajo a casa”. Y la indagación acerca de si es viable construir una nueva hegemonía social de abajo hacia arriba de la pirámide social, y de la periferia al centro de la geografía nacional, aún marchando a contrapelo de los cantos de sirena del poder. Lo cierto es que dicha utopía – la de transitar desde el asambleísmo territorial hacia una reforma constitucional capaz de integrar al parlamento la representación de nuevos actores sociales capaces de reflejar una realidad más vasta y compleja que la que encarnan los hoy perimidos y desacreditados partidos tradicionales – tiene antecedentes muy rescatables en los programas de lucha de nuestro pueblo y de otros de la región. Recoger dichos legados constituye un imperativo de toda militancia contrahegemónica.

Hoy, cuando una debácle económica sin precedentes azota en el hemisferio norte a otrora poderosas economías  capitalistas que se nos presentaban como modelo imperecedero, al punto de poner en jaque la viabilidad de países de antigua raigambre civilizatoria, vale la pena a su vez revisar experiencias escamoteadas por la prensa monopólica como es el caso de Islandia, donde el pueblo ha hecho dimitir a un gobierno completo, se nacionalizaron los principales bancos, se decidió no pagar la deuda que estos crearon con Gran Bretaña y Holanda a causa de su mala política financiera y se acaba de crear una asamblea popular para reescribir su Constitución. Y todo ello de forma pacífica. Toda una revolución contra el poder que ha conducido hasta la crisis actual.

En esta latitud, la crisis civilizatoria que - de no revertirse la tendencia imperante - ha puesto  fecha de agotamiento a nuestro planeta en un plazo máximo de 200 años convoca a librar una lucha sin cuartel contra la depredación del medio ambiente y el saqueo de los recursos naturales sistemáticamente perpetrado en una de las más importantes reservas alimentarias mundiales: Hoy día en nuestro país - entre otras cosas - se ha roto el pacto federal, y cada provincia negocia por separado el remate de nuestro patrimonio ante las potencias mundiales, así como crea sus respectivas guardias blancas destinadas a reprimir a los rebeldes en una tierra de nadie donde nunca como ahora se han violado tanto los derechos humanos desde 1983. Sin ir más lejos, la reciente Tragedia de Plaza Once establece en la coyuntura una insoslayable divisoria de aguas: Cuando irrumpe masivamente la muerte pobre, queda descarnadamente al descubierto la vigencia del orden neoliberal que subyace a cualquier discurso progre. No cabe consentir, por ende, ni la más mínima “licencia social” a un nuevo y solapado estatuto del coloniaje: A tres décadas de aquella guerra impuesta por la dictadura a nuestro pueblo en el Atlántico Sur vale la pena recordar que si las Malvinas nos pertenecen, también nos pertenece la Argentina continental.-

JORGE FALCONE

(*) En alusión a la trilogía cinematográfica homónima de los hermanos Wachovsky, que propone la existencia de un mundo virtual en el que estaríamos inadvertidamente inmersos.